Creo firmemente que las expectativas son de las peores cosas que
hay. Sin embargo, es prácticamente imposible no tenerlas. Todas las personas
que han leído este libro, me han hablado muy bien de él. Y no es para menos.
Pero aquí es donde entran en juego las dichosas expectativas. Yo me imaginaba
una historia que llenara las páginas tanto o más como La lluvia de París,
pero, lamentablemente, se me ha quedado corta.
Por un lado, Lorenzo Silva vuelve a
conseguir transmitirnos a través de los personajes valores (responsabilidad,
amistad) e incluso problemas de esa época y que sin duda alguna siguen estando
presente hoy en día, como el racismo o los estereotipos que se tienen de los
inmigrantes en España. En este caso, es sobre una familia polaca, pero pasaría
algo similar con una de origen africano o sudamericano. En todo lo referente a
estos aspectos, chapeau.
Pero (siempre hay un pero), la historia principal se ha ido perdiendo a medida que avanzaba leyendo el relato de Andrés. A mí, personalmente, me habría gustado indagar más en su relación, conocer más cosas de ellos.
También creo que es justo decir que al
leer este libro, me han entrado unas INMENSAS ganas de conocer Polonia, y sobre
todo, Varsovia, ya que, al igual que le ha pasado a la protagonista, las
descripciones de Andrés sobre su tierra natal me han ido conquistando poco a
poco.
En pocas palabras: pese a que me ha decepcionado un poco la
historia, aunque solo sea por la descripción de Polonia merece la pena leerlo. Fácil y juvenil.