jueves, 18 de mayo de 2017

El Baztán

Las segundas partes nunca fueron buenas. ¿Cuántas veces habremos oído esto? Pero, ¿qué pasa con las terceras? Hay quien dice que las trilogías podrían ser consideradas la medida perfecta, suficiente para enganchar al lector, cautivarlo, pero sin aburrirlo. Una historia que se alarga demasiado puede llegar a ser tediosa…o no. Solo hay que pensar en JK Rowling y el fenómeno de Harry Potter. En cualquier caso, en la literatura, al igual que en muchos otros ámbitos de la vida, no hay pautas fijas. Quizá por eso sea tan difícil encontrar la medida exacta.

No sería la primera vez que un autor tiene una buena historia en mente; escribe la primera novela; de repente alcanza un éxito brutal y decide continuar alargando esa historia-que seguramente ya estaba completa en sí misma-, consiguiendo así desinflar el argumento. ¡Qué fácil es perderse en la vorágine de la fama!

No obstante, esto no se aplica al caso de Dolores Redondo y la Trilogía del Baztán. Los tres libros componen un triángulo perfecto, sosteniéndose y completándose unos a otros. Podrían entenderse por separado, claro, pero juntos crean una sinergia increíblemente potente.

De por sí, el hecho de ser una novela negra ya (parece que) implica bastante intensidad. La historia de una detective que resuelve una serie de asesinatos conectados entre sí es una de las dos tramas principales de esta trilogía, que a medida que avanza va sumergiéndote más en el mundo de Amaia Salazar, acercándote al pequeño pueblo de Elizondo y al maravilloso paisaje de esa región de Navarra.



Sin embargo, la trilogía no es simplemente una buena historia de policías y crímenes. Es mucho más. Redondo combina un excelente thriller con aspectos de la cultura tradicional de la región, aportando matices fantásticos que, a pesar de lo que pudiera parecer al comienzo, hacen la historia más real; más humana. ¿Cuánta gente del noroeste de España no ha oído hablar de las meigas? ¿O en Euskadi y Navarra sobre la Eguzkilore?  Podremos creer o no en ello, pero forman parte de nuestra cultura y de la parte más íntima del ser humano.

Precisamente por esto es por lo que las reflexiones de Amaia a lo largo del libro cobran mucha fuerza. No sé mi atrevería a decir que esto último ha sido lo que más me ha llamado la atención de la trilogía, pero sí que he de admitir que sin ellas no creo que las novelas me hubieran gustado tanto. A continuación tenéis una de las que más me han cautivado.

No hay miedo como el que ya se ha probado, del que se conoce el sabor, el olor y el tacto. Un viejo y mohoso vampiro que duerme sepultado bajo cotidianeidad y orden, y que mantenemos alejado, fingiendo una calma tan falsa como las sonrisas sincronizadas. No hay miedo como el que conocimos un día y que permanecía inmóvil, respirando como un jadeo húmedo en algún lugar de nuestra mente. No hay miedo como el que produce la sola posibilidad de que el miedo regrese. Durante los sueños vislumbramos la luz roja que sigue encendida, recordándonos que no está vencido, que sólo duerme, y que sientes suerte no volverá. Porque sabes que si regresara, no lo resistirías; si volviese, acabaría contigo y con tu cordura”.

Así que, ¡qué puedo decir! Hacía mucho que no leía ficción y la verdad es que no podría haber elegido mejor. La película no me ha entusiasmado demasiado, pero la trilogía es más que recomendable: se lee muy bien y consigue evadirte en cuanto comienzas a leer. Ya sabéis ¿a qué esperáis?



2 comentarios:

  1. Buenas noches, Lucía. Sensacional esta nueva entrada. A mí me encantaron lis dos primeros y no tanto el tercero. No vi la película. No me la recomendaron. He pasado tu dirección a unas compis. Les encanta tu reseña. Un besito muy fuerte y muchas gracias por compartir estos apuntes tan interesantes.un abrazo.

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  2. De acuerdo contigo en que Dolores Redondo consigue escribir un buen thriller enraizado en la cultura y las tradiciones del Valle, con algunas pinceladas mágicas que sorprenden. Los desenlaces son un poco rápidos pero mantiene .un buen ritmo y consigue enganchar al lector. Ejemplo de cómo se puede escribir una novela entretenida con un estilo literario más que correcto. La película decepcionante y totalmente prescindible.

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