sábado, 1 de agosto de 2015

El árbol de la ciencia

"La literatura no puede reflejar todo lo negro de la vida. La razón principal es que la literatura escoge y la vida no". (Pío Baroja)

Algo se mueve dentro cuando uno lee esta cita. Es oscura y casi siniestra, me atrevería a decir. Seguro que muchos consideráis que es la más pura verdad. Yo no lo creo así. Pienso que siempre hay algo, aunque sea lo más insignificante, que aporta luz a esa negrura de la que habla Baroja. 

En cierto modo, estas dos líneas resumen para mí la obra de este autor. Pesimista, oscura, desalentadora. El árbol de la ciencia es el claro ejemplo. Un hombre que se va desencantando de todo lo que le rodea hasta que no queda nada que le ilusione. Solo durante cuatro páginas del libro Baroja se permite el lujo de dejar experimentar a Andrés Hurtado lo que es la felicidad. Cuatro páginas. ¿Acaso no se merecía más? Él plantea que todo es una farsa, el amor, la libertad... nada tiene sentido. Hasta la medicina, por la que siente verdadera pasión, le desilusiona.  "La vida en general, y sobre todo la suya, le parecía una cosa fea, turbia, dolorosa e innominable."

No obstante, más allá de ese pesimismo vital, nos encontramos con algunas reflexiones muy interesantes y que merecen ser leídas varias veces. Una de las que más me han llamado la atención es la que os dejo a continuación.


«Antes para mí era una gran pena considerar el infinito del espacio; creer el mundo inacabable me producía una gran impresión; pensar que al día siguiente de mi muerte el espacio y el tiempo seguirían existiendo, me entristecía, y eso que consideraba que mi vida no es una cosa envidiable; pero cuando llegué a comprender que la idea del espacio y del tiempo son necesidades de nuestro espíritu, pero que no tienen realidad; cuando me convencí por Kant que el espacio y el tiempo no significan nada; por lo menos que la idea que tenemos de ellos puede no existir fuera de nosotros, me tranquilicé. Para mí es un consuelo pensar que, así como nuestra retina produce los colores, nuestro cerebro produce las ideas de tiempo, de espacio y de causalidad. 
Acabado nuestro cerebro, se acabó el mundo. Ya no sigue el tiempo, ya no sigue el espacio, ya no hay encadenamiento de causas. Se acabó la comedia, pero definitivamente.
Podemos suponer que un tiempo y un espacio sigan para los demás. Pero ¿eso qué importa, si no es nuestro, que es el único real?». 

En pocas palabras: un libro desalentador, pero muy interesante. Recomendable para ver una perspectiva diferente de la vida. No aconsejable si alguien está bajo de ánimos...

1 comentario:

  1. Esta es una de las mejores frases de Baroja, sino la mejor:

    "La verdad es que en España hay siete clases de españoles... Sí, como los siete pecados capitales:
    los que no saben;
    los que no quieren saber;
    los que odian el saber;
    los que sufren por no saber;
    los que aparentan que saben;
    los que triunfan sin saber, y
    los que viven gracias a que los demás no saben.
    Estos últimos se llaman a sí mismos políticos y a veces hasta intelectuales".

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