Este es uno de los muchos nombres que recibe la ciudad de San Sebastián. Tiene su origen en la creencia de que la antigua ciudad romana de Easo se encontraba en el lugar de la actual Donostia. Pese a que las últimas investigaciones hayan arrojado luz sobre el asunto diciendo que en realidad estaba situada cerca de Irún, esta forma de referirse a la capital guipuzcoana sigue manteniéndose.
Es innegable: San Sebastián es preciosa. No es difícil imaginarse a grandes artistas buscando inspiración en ese paisaje de ensueño, paseando por la playa de la Concha u observando toda la bahía desde los montes Igueldo y Urgull.
Y cómo no. No puedo terminar esta entrada sin hacer mención del escritor donostiarra por excelencia: Pío Baroja. Hace algunos meses os hablaba de su gran obra El árbol de la ciencia. Aprovecho esta visita a San Sebastián para recordar ese libro, único y desalentador como ninguno, pero que te engancha hasta el final. Si cae en vuestras manos, ¡no dudéis en leerlo!
Me gustaría acabar con una cita de Baroja que describe a la perfección la magia de su ciudad natal...
"Me pareció tan bonita que no podía recordar luego cómo era..."
¡Feliz semana!
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