El 16 de enero de 1974, día del estreno de esta obra, Pablo Corbalán escribía en INFORMACIONES: "Al terminar la representación de La Fundación, y en una pausa entre la larga ovación que se sucedía a sí misma- una de las muestras de éxito más insistentes escuchadas en los últimos años-, una voz gritó limpiamente en el Teatro Fígaro: "¡Gracias, Buero!". Era la voz que resumía el sentir de la sala abarrotada de público".
Hace unas semanas, se repitió esa catarsis en una de las pequeñas habitaciones de la Pensión de las Pulgas. Cuanto más reducido es el espacio, más aumenta la dificultad y la intensidad. He de admitir que me sigue produciendo escalofríos el poder tener a los actores a solo unos metros- en ocasiones centímetros- de distancia.
Al igual que con MBIG, La Fundación no decepciona. ¿Qué? ¿Decepcionar? ¡Supera cualquier tipo de expectativa! Una vez Buero Vallejo dijo: "Es muy agradable comprobar que a uno se le recuerda todavía". La Pensión de las Pulgas no solo lo recuerda, sino que trae su esencia de vuelta a la actualidad, como si nunca se hubiera ido...
Además, la progresión de la obra, la transformación de los personajes, tanto física como psicológica, es fascinante. Y todo esto sin salir de una habitación. ¿Qué es real y qué no? ¿Es imaginación? ¿Locura? ¿Enfermedad? ¿Justicia? ¿Fantasía?
Tendréis que ir y averiguarlo...Mientras tanto, para ir abriendo boca, aquí os dejo un breve resumen de la obra. ¡Bienvenidos a la Fundación!
Tomás y sus compañeros
están cómodamente instalados y becados en una Fundación, aquí todos harán
grandes cosas. Él escribirá su novela, Max resolverá el problema de los cuerpos, Lino revolucionará la fotografía 3D, Asel sistematizará toda la
acupuntura… Pero hay un olor desagradable y Tomás no entiende por qué el
encargado ha cerrado la puerta.
Y como hace 42 años... ¡Gracias, Buero!
Gracias a ti!
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