Si alguien piensa en un escritor actual que siembre la
discordia con cada intervención, inmediatamente viene a la cabeza Arturo
Pérez-Reverte.
Puede gustar más o menos y yo he de admitir que no soy una
gran admiradora suya, pero, en cualquier caso, lo que no se puede negar es su
gran trabajo como escritor. El club Dumas, La tabla de Flandes, El Capitán
Alatriste, La piel del Tambor… y ahora Falcó.
«El mundo de Falcó era
otro, y allí los bandos estaban perfectamente definidos: de una parte él, y de
la otra todos los demás.»
"La Europa turbulenta
de los años treinta y cuarenta del siglo XX es el escenario de las andanzas de
Lorenzo Falcó, ex contrabandista de armas, espía sin escrúpulos, agente de los
servicios de inteligencia. Durante el otoño de 1936, mientras la frontera entre
amigos y enemigos se reduce a una línea imprecisa y peligrosa, Falcó recibe el
encargo de infiltrarse en una difícil misión que podría cambiar el curso de la
historia de España (…)".
Así reza la contraportada. Falcó es una novela intrigante,
que te engancha y se lee fácilmente. El protagonista, fiel a la previa descripción,
un hombre amoral, sin ningún tipo de escrúpulos ni de remordimiento de
conciencia. Hasta ahí, bien. La chulería, el descaro y los chascarrillos
enganchan.
No obstante, hay algo que no me ha gustado
nada. Es más, me ha hecho sentir incómoda en ciertas partes del libro. El
personaje es machista a más no poder. Todos los personajes femeninos que
aparecen en la novela van acompañados de una detallada descripción física, sin
prestar atención a ninguna otra cualidad, solo teniendo en cuenta su potencial
como pareja sexual.
He buscado varias entrevistas en las que a Pérez-Reverte se
le pregunta precisamente por este rasgo del protagonista y él responde que la
novela se sitúa en los años 30 y que hay que verlo con esas gafas históricas.
Personalmente, me parece que hay muchas novelas históricas excelentes en las
que se trata a las mujeres como algo más que un mero objeto sexual; en las que
las mujeres tienen también un papel fundamental y no solo de acompañantes.
Así que, aunque es cierto que el libro se lee muy bien, para
mí la cosificación de la mujer es un fallo insalvable. Excusarse en el contexto
histórico es simplemente esconderse detrás de una máscara para justificar el
machismo. Y no hay excusas que valgan.
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