miércoles, 29 de junio de 2016

El velo, de nuevo, el velo.

«Ese velo cultural que tapa los ojos de Occidente y le impide ver más allá de los estereotipos forjados sobre el islam y sus gentes, sus aspiraciones políticas y sociales, sus anhelos e ilusiones (...) Casi nadie entendió, en esos primeros meses de 2011, que el empeño de los  "revolucionarios árabes por mejorar el mundo es (o debería ser) una inspiración" (Rodríguez, 2012) para un Occidente envejecido, acomodado y cada vez más conservador, incapaz de reconocer los nuevos y vigorosos retoños de 1789. En suma, dos mundos físicamente próximos, apenas separados por una decena de kilómetros; pero distanciados por años y décadas de incomprensión, malentendidos y desencuentros» 

Esta es, sin duda alguna, una de las reflexiones de Antoni Segura que más me gustan de su libro Estados Unidos, el islam y el nuevo orden mundial: de la crisis de los rehenes de 1979 a la primavera árabe. En él, hace un repaso por estas últimas tres décadas, analizando y relacionando los diferentes acontecimientos, con el fin de arrojar algo de luz y permitir una mejor comprensión del mundo. 

Es evidente que la relación entre la potencia estadounidense - y en consecuencia de Occidente - con el mundo árabe es un eje fundamental de nuestra actualidad. Lamentablemente, en multitud de ocasiones se ha tratado como "buenos" contra "malos". Aquí, como todo en la vida, nada es blanco o negro. Es necesaria una perspectiva y visión mucho más amplia para poder entenderla. 

En este libro, Antoni Segura da algunas de las claves que explican esta criminalización del mundo árabe. Por ejemplo, la necesidad imperiosa de poner cara al enemigo tras el 11-S hizo que las primeras imágenes de los responsables de los atentados mostraran a unos niños y una mujer palestinos supuestamente celebrando la masacre. Imágenes confusas y equivocadas que, como explica Segura, transmitieron "voluntaria o involuntariamente un discurso que criminalizaba de manera genérica al mundo árabe-musulmán". Otro ejemplo, como el de llamar "cruzada" a la batalla contra el terrorismo, que tiene implícitas connotaciones religiosas y, por tanto, implica una guerra contra el Islam. 

En resumen, demasiados errores con respecto al mundo árabe que han acabando afectándole negativa e injustamente y creando una imagen que no es cierta y está incompleta. 

Nada es blanco o negro. Ser árabe no implica ser musulmán. Y nada de esto implica ser terrorista. Ni mucho menos. Tendemos a meterlo todo en el mismo saco, cuando en realidad es mucho más heterogéneo y variado de lo que creemos. Debemos deshacernos de ese velo que no nos permite ver más allá de los estereotipos que nosotros mismos hemos creado.

Es cierto que estos últimos años no han sido los mejores para esta relación Occidente-mundo árabe. No obstante, no hay que perder la esperanza. Como concluye Segura: «conviene no olvidar que el futuro no está escrito. Está todo por decidir y está en nuestras manos escribirlo»

En pocas palabras: un libro revelador y una guía muy útil para todo aquel interesado en la relación entre el mundo árabe y Occidente. Claro y muy interesante.

lunes, 13 de junio de 2016

¿Seguridad?

Hoy ha sido otro de esos días oscuros en los que muchas personas inocentes han perdido la vida. Algunos han atribuido el ataque a ese gran enemigo que supuestamente quiere acabar con el mundo tal y como lo conocemos: el Islam. ¿De verdad una religión es la culpable de todo este odio?  ¿Qué tipo de Dios querría que la gente muriera en su nombre? El Islam, el Cristianismo, el Judaísmo, el Hinduismo y el Budismo son creencias diferentes, sí. Pero tienen algo en común: el amor como pilar fundamental. 

No obstante, mi motivación hoy aquí no es demostrar la supremacía del amor. He decidido escribir esta entrada porque llevo todo el día pensando que se está pasando por alto algo fundamental. Hablaban en el telediario de terrorismo doméstico. Comentaban que el arma AR-15, con la que se ha cometido esta barbarie - y también las matanzas de estos últimos años- puede adquirirse en la tienda de la esquina, como quien dice. 

Yo escucho esto y me planteo cómo es posible. Cómo es posible que en un país como EEUU en pleno siglo XXI se pueda comprar un arma libremente. Cómo es posible que haya casi más controles de armas en los colegios que en los aeropuertos. 

Muchos, demasiados, dirán que es por seguridad. Porque así se sienten más protegidos. Y yo me pregunto, ¿de qué se defienden? ¿qué amenaza les acecha en las calles de su propio país? ¿cuántas personas más van a tener que morir para que esta potencia económica se plantee que tienen un serio problema con las armas? ¿cuántos niños, jóvenes, adultos más perderán la vida? 

Y así pasan las horas, se hace de noche y yo sigo sin encontrar respuestas para estas preguntas. Pero hay una cosa que tengo clara. Me siento privilegiada por vivir en Europa y poder sentirme segura sin tener que llevar un arma de fuego pegada a mí.