La maternidad. A
veces la visualizo muy claramente, mientas que otras la intuyo como algo muy
lejano y abstracto. Al menos me consuela que no sea una decisión que tengo que
tomar ahora...
Y entonces ¿qué
hago leyendo libros sobre educación como este? En primer lugar, porque en caso
de elegir esa opción de vida, tengo claro que los educaría en la igualdad; en
el feminismo. Pero no solo por esto: creo que la formación de una persona nunca
acaba y cuantas más herramientas pueda adquirir para luchar contra la
desigualdad y la discriminación; para conseguir un mundo más igualitario y
justo; mejor.
En este libro, Querida Ijeawele: Cómo educar en el
feminismo, Chimamanda le da a su amiga quince herramientas para educar en
el feminismo. Quince sugerencias aplicables a cualquier persona, no solo de
cara a los más pequeños. Es cierto que la educación es el arma más poderosa que
tenemos y, por lo tanto, si desde el primer momento se fomentan unos valores,
es mucho más fácil que sean adquiridos...mucho más que cambiar ideas fijas en
adultos. Porque el feminismo empieza en
la educación. Pero (siempre hay un pero) esto no implica que sea imposible.
Siempre se puede cambiar la mentalidad de las personas, tengan la edad que
tengan. La educación es un proceso que dura toda la vida.
Por eso, este
pequeño librito de apenas 90 hojas, debería ser obligatorio para todos. Hombres
y mujeres, mayores y pequeños, en todos los países del mundo. No solo porque
sirve de cara a la educación de las futuras generaciones, sino porque también
obliga a hacer un examen de conciencia y a replantearse muchas cosas. Algo muy
necesario.
No habla de grandes
cambios ni trata de construir castillos en el aire. Ella se centra en las
pequeñas acciones, en esos gestos del día a día que son precisamente la clave
del cambio. Quizá muy obvios para
algunos, pero desconocidos para otros muchos. En cualquier caso, mientras haya
una sola persona que esté bajo el yugo del machismo, habrá que seguir
trabajando por y educando en el feminismo. Porque nadie es libre hasta que
todos seamos libres.
Como ejemplo, una
de las reflexiones que habría que subrayar, destacar y enmarcar.
"¿Si una mujer tiene poder, por qué tiene que disimularlo? La triste verdad es que nuestro mundo está repleto de hombres y mujeres a quienes no les gustan las mujeres poderosas. Nos han condicionado tanto con que el poder es masculino que una mujer poderosa nos parece una aberración. Y como tal la vigilan. De una mujer poderosa nos preguntamos: ¿Es humilde? ¿Sonríe? ¿Es lo bastante agradecida? ¿Tiene también su lado doméstico? Preguntas que no nos planteamos de los hombres poderosos, lo cual prueba que no nos incomoda el poder en sí, sino las mujeres. Juzgamos más duramente a las mujeres poderosas que a los hombres poderosos".
Porque hemos avanzado mucho, pero todavía queda un largo camino por recorrer. Porque sobran motivos por los que todos deberíamos ser feministas.
Un librito muy interesante y un análisis del mismo que incita a sumergirse en sus páginas. Un abrazo enorme, Lucía.
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