"El destino impulsa a los poderosos y a los violentos. Durante años se convierte en el esclavo servil y sumiso de un solo hombre- César, Alejandro Magno, Napoleón-, pues ama al hombre elemental, que se asemeja a él, incontenible elemento. Pero a veces, en contadísimas ocasiones a lo largo de todos los tiempos, llevado por un peregrino humor se echa a los pies de algún indolente. A veces, y estos son los momentos más asombrosos en la historia universal, el hilo de la fatalidad cae durante una fracción de segundo en unas manos por completo incompetentes. Ante el embate de la responsabilidad, que les introduce de lleno en el heroico juego de fuerzas cósmicas, tales hombres, más que afortunados, se sienten estremecidos, y casi siempre dejan que el destino que se les ha caído encima se les escape entre manos temblorosas. Solo muy rara vez alguno de ellos, enérgico, enaltece la ocasión y con ella a sí mismo. Pues tan solo por un segundo se entrega lo grande al insignificante. Y al que desaprovecha ese momento, jamás le concede una segunda oportunidad".
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Seguramente este libro es el más conocido de Zweig. Fama más que merecida, ya que en él llega a su cumbre literaria. Son catorce historias breves, pero intensas. Zweig, con su estilo inconfundible, te encandila de principio a fin. Te cautiva con la misma magia que en Fouché. Te conquista, te hace viajar de un continente a otro, desde Constantinopla a Rusia, pasando por el Polo Sur y Sudamérica; tocando todas las épocas, desde 44 a.C hasta 1919; siempre con la misma energía y emoción.
En pocas palabras: un pequeño libro que te encandila desde la primera página. Zweig siempre fiel a su estilo, nunca defrauda.
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